He estado un tanto ausente por aquí, pero quiero dejar claro que no ha sido por falta de interés, si no mas bien, por falta de tiempo y organización. No me estoy quejando del todo. De hecho, estoy MUY feliz con mis manos llenas. Entre #ElRunningProject y tratar de meter mis corridas y manejar mi vida personal, pues no he encontrado el momento para contarles todo lo que ha sucedido. Yo amo escribir, es como mejor puedo expresarme y siento que muchas veces, los sentimientos son mejor capturados por aquí. Habiendo labrado ese terreno, y decirles cuanto AMO este blog, les cuento que recientemente corrí el maratón de New York. He hecho bastante alardeo del asunto en Instagram, no por que quiero tirarme flores ni nada por el estilo, si no porque tenia 10 años aplicando para correr la carrera mas famosa del mundo y por 10 años no había conseguido cupo. La única otra vez (que también ya les he contado) fue cuando llegó el huracán Sandy y bueno, me quedé con las ganas. y aquí vengo yo a decirles que nunca dejen de perseguir el sueño porque en algún momento, encuentras las alas para alcanzarlo.
A mediados de agosto recibí una llamada de un ángel que Dios puso en mi camino, para invitarme de parte del HSS, uno de los mayores patrocinadores del evento, a correr el maratón de New York faltando 12 semanas para la carrera. Acepté la oferta sin pensar absolutamente NADA en ese momento. Roberto mi esposo, que es mi mayor patrocinador de locuras, le pareció genial la idea y así una llamada de 3 minutos, cambió el rumbo de la segunda mitad de mi año. Joliz, mi amiga y una de mis partners desde hace muchos años en esto, que tampoco pudo correrla en el 2012, estaba ya inscrita en la carrera con su esposo Ñato y según su sexto sentido, estaba convencida que yo también iba a correrla con ella. Fue un ciclo de entrenamiento MUY distinto. Mucho menos kilómetros de lo usual. Una agenda social un poco mas activa. No mucha preocupación ni presión por “training paces”, las corridas largas no tan largas, pero de alguna manera esto fue la receta para probablemente mi ciclo más exitoso de mis casi 13 años corriendo.

Hice una media maratón en San José California, a 4 semanas de carrera, en 1:39:00 (Mi record personal y creo que de las MEJORES experiencias post race que he tenido, pero después les cuento de esto porque se merece un blog post aparte) y llegué a New York con algunas molestias en mi femoral derecho, pero con TANTAS ganas de vivir y absorber la magia de la ciudad que parecía que iba a correr por primera vez. El plan era documentar la carrera (ya saben que los sueños compartidos son mejores) para que quien sea que no haya tenido la experiencia, pudiera ver un pedacito de lo que vivimos los locos que nos metemos en esto.
Quiero decir antes de narrarles lo que viví, que, si hay UNA sola carrera por hacer en la vida, es el New York City Marathon. New York es de mis ciudades favoritas en el mundo, pero la energía que se vive ese día, es algo que jamás has vivido, sin importar cuantas veces visites la ciudad. Había en las calles de los 5 Boroughs de New York (Brooklyn, Queens, Harlem, Bronx y Manhattan) un total de 2 millones de espectadores. 2 millones! Eso es la mitad de la población de mi país. Es una fiesta de principio a fin y tu sientes ser el homenajeado por todos estos invitados, que no te conocen, pero se sienten TAN feliz por ti, que te celebran y esa electrizante energía es la que te carga a la meta.
Agarramos el bus que nos llevaría a Staten Island muy temprano a las 6:00 am y era de noche aún. Fue un paseo como de 50 minutos y solo recuerdo mi terror del puente que cruzamos para llegar allá. Habría que volverlo a cruzar, pero corriendo y yo ya sabía eso, pero nunca me lo imaginé TAN alto.
Llegamos al Start Village y por haber sido invitada por un patrocinador, teníamos acceso a una carpa donde había bagels, café, baños y calefacción. Justo lo que necesita cualquier corredor antes de salir a correr en un lugar frio. Sentí un poco de compasión por los que estaban afuera helándose, sobre todo Laura mi prima que también iba a correrla (mucho mas rápido) pero no había mucho que podía hacer yo por ayudarlos. Quienes no tengan la oportunidad de entrar en estas carpas, tienen que asegurarse de ir MUY abrigados para esa tediosa espera mientras es la partida. Es algo así como 3 horas esperando, porque el puente de acceso a Staten Island, lo cierran precisamente para la carrera.

Al igual que las demás Major Marathons, donde hacen Wave Starts con distintas horas de partida (dividen a la gente por grupos y en tres colores distintos, para poder separar un poco según tu velocidad, los rápidos comienzan primero y así evitar accidentes), Joliz y yo estábamos supuestas a salir en el primer wave adelante, pero decidimos bajarnos de wave al segundo para acompañar a Ñato y no entorpecer adelante ni dejarnos llevar por la velocidad de la gente en el primer wave. El plan sería encontrar un pace cómodo, pero nada debajo de 6:00 minutos por kilometro, porque yo tenia que grabar la carrera mientras corríamos.
Imaginen esto: Estás a 200 metros de empezar, vez el Verrazzano Borrows Bridge a lo lejos, los edificios de Manhattan en el horizonte, decenas de miles de persona al lado tuyo saltando en posición porque están igual de nerviosos y ansiosos que tú, y Frank Sinatra suena cantando a TODO volumen la icónica canción “New York New York”. Es un momento sublime. Nada de lo que pueda escribir le hace justicia, pero estoy intentándolo. Recuerdo solo sonreír sin poder parar y agradecí a Dios mucho más de lo que siempre le agradezco por poder vivir eso.
Cruzamos el start line y solo recuerdo la vista espectacular de la inmensidad del puente y el sonido de miles de pasos. A diferencia de cuando he corrido mis otras carreras que salgo adelante, en este wave la gente iba parando y se tomaba fotos con las vistas para el recuerdo. Me dio tanta alegría ser testigo de esto, porque te ayuda a mantener los pies en la tierra. Te das cuenta que no todo es parar el reloj en lo que tu consideras un tiempazo, ni tampoco es lo mas importante, si no que hay gente con sueños mucho mas grandes que eso. Hay para quienes completarlo representa un cambio de vida para mejor, O quizás representa una celebración de poder estar vivo y lograrlo. La gente se trepaba en la barrera de carriles solo para tomarse fotos con aquellas vistas deslumbrantes y por supuesto, yo tuve que hacerlo. No quiero quitarle el crédito a Jo porque ella fue la que dijo “Tomémonos un selfie”. Y que GRAN idea.
Pasaron 2 kilómetros, Salimos del silencio del Verrazano-Narrows Bridge, se unieron los corredores de los 3 colores del wave y entramos para no salir mas del mejor escandalo del mundo: los gritos de los espectadores. Había leído en algún lugar la descripción de lo que es correr el tramo de Brooklyn en esta carrera y decía: “ONE GIANT 16 block party”. Y déjenme decirles, era TAL CUAL. Por tramos hasta olía a alcohol. No sabía si lo que me estaban ofreciendo era un trago o gatorade. Estábamos en un estado de tal euforia, que creo que hasta me lo hubiera tomado. Era tanta la emoción que cuando volví a ver el pace en el kilometro 10 decía: 5:09/km. “Cálmate Joliz!!!! Ven Vamos a llamar a alguien.” Y esa fue mi estrategia por esos 42 kilómetros. Entre llamar a gente por facetime y grabar para Instagram, el pace se mantuvo bastante decente dentro del plan.
Entramos al Queensborough Bridge y fue el segundo y último silencio de la carrera. Llevábamos ya 23 kilómetros así que, la gente no habla tanto como en los primeros kilómetros. No quiero sonar demasiado egotista ni altiva, pero yo me sentía (y sé que Jo también) como si llevara 5. Era El lado positivo de hacerlo a un ritmo bastante mas holgado que lo que estaba acostumbrada. Había energía para documentar, correr y absorber todo lo que estaba pasando alrededor a la misma vez.
Y fue así, casi que, saltando de la felicidad, como entramos a lo que probablemente es el tramo mas ESPECTACULARMENTE escandaloso del mundo del running, semejante quizás a pedazos del Boston Marathon. Salimos del puente y entrando a los kilómetros mas difíciles de cualquier carrera, nos tropezamos con un gigante letrero que dice “Welcome to Manhattan” mientras tratábamos de asimilar el ruido mas HERMOSO que cualquier corredor puede oír. Tengo que decir que, si hay una carrera para usar tu nombre en tu camisa, es en esta. Mi nombre lo deben haber gritado diez mil veces. Habíamos quedado, porque llamamos a Roberto mientras corríamos (recuerden mi plan de no correr tan rápido), en encontrarnos en este tramo a nuestra gente así que íbamos buscando unos paraguas con la bandera de Panamá. En first avenue and 83rd st a lo lejos aparecieron los paraguas. ¡Que brillante idea! (tengo que darle este crédito a María Ortiz mi amiga, que es la experta en barra). Pasamos cerca de ellos, los abrazamos, por supuesto paramos por nuestro selfie, y seguimos. Siempre había querido hacer eso. Parar a tomarme una foto con mi gente que está aguantando frio o sol solo para gritarme por un par de segundos. Y bueno fue épico.
Entramos al Bronx y recuerdo escuchar a Joliz decirme “Solo faltan 10k”. ¡¡Vamos!! A decir verdad, desde el kilometro 35 al 38, que es el tramo subiendo Fifth Avenue, el cual JAMAS me esperé, me costó. Mentalmente ya estaba lista para no subir una loma mas, pero allí estábamos en la ultima parte y subiendo. Entramos al parque por una calle reducida a la mínima expresión por la cantidad de gente gritando. Te sientes como en el tour de Francia. Filas de gente a los lados gritándote tan emocionados como si fueras familia. Central Park no es sorpresa que sube y baja, así que sentía que ya el trabajo estaba hecho. Fue un increíble victory lap. Como cereza en el pastel, aparecieron los paraguas una última vez, y ver a nuestra gente fue el empujón que necesitábamos. Sales en la esquina de Central Park para correr en la 60 hacia Columbus Circle y entrar por los últimos 400mts y cruzar la meta. Cuando faltaban 200 metros, vi la bandera de Panamá. Me acorde todo lo que había vivido estas ultimas 12 semanas. Todos los amigos que seguramente estaban siguiéndonos en Instagram viviéndola con nosotras; Todos los kilómetros corridos después de poco sueño; las noches de un par de vinos de mas pero que no fueron excusa para levantarme a correr el día siguiente; mis hijos y mi familia que seguramente iban a estar en casa esperando el cuento de como había sido, mis amigas hermosas y el Running Project que aportaron MUCHO mas de lo que creen a este ciclo de training y recordé lo tanto que me había dolido haber estado allí en el 2012 y no haberla podido correr por circunstancias ajenas a mi, pero lo tanto mas dulce que se sentía haber regresado por una revancha y haber corrido en esas calles en el mejor día de otoño del año.
Muchas veces trazamos sueños, nos proponemos metas y a toda cuesta, pensamos ser dueños de nuestro destino. La realidad es que, nuestro destino ya está trazado. Lo que tenemos que vivir, vamos a vivirlo, a como de lugar. Pero podemos decidir como afrontarlo. Pude haber dicho el 4 de noviembre del 2012 que no volvería a correr, porque no era justo haber entrenado tanto para que no se diera la oportunidad. Pero de haberlo hecho, me hubiera perdido de tanto. Me hubiera perdido de grandes amistades que he hecho. Me hubiera perdido de clasificar a Boston. Me hubiera perdido de tener el Running Project y me hubiera perdido de tener la dulce experiencia de correr por la ciudad que nunca duerme, especialmente porque mi sueño era despierta y corriendo. Les dejo con esta: Nunca se rindan, porque las cosas buenas, toman tiempo. Rodéense de gente que saque lo mejor de ustedes; Que les sume y les multiplique. Y lo mas importante: Sueñen, porque el que no sueña, se muere. ¡A la próxima aventura, familia!
Xoxo,
MELA
@run_mela_run
P.D. El plan de carrera no salió como pensaba, salió mejor. Corrimos a 5:30 minutos por kilómetros y cruzamos la meta en 3:55 y sencillo. Nada mal para ir documentando y saltando, podría acostumbrarme a esto. Si quieres ver todo lo que sucedió, búscalo en los highlights de mi perfil de instagram.
Me emcanto!
Enviado desde mi iPhone
> El 11/25/2019, a la(s) 6:11 p. m., RUN MELA RUN escribió: > > >
LikeLike